Las personas que tuvieron la oportunidad
de conocer a Irena Sendler la describen
como una mujer bondadosa y sencilla.
Todos, sin excepción, coinciden en que no
le gustaba dar muchas explicaciones sobre
lo que hizo y no entendía muy bien por qué
todo aquello causaba tanta expectación.
Ella no encontraba nada excepcional ni
extraordinario en su comportamiento, pero
nadie duda de que la suya fue una labor
espléndida y llena de generosidad.
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